El bodegón publicitario para una marca de alimentación reúne al menos tres ingredientes: preparación de la comida, estilismo e iluminación.
Estas fotografías que venimos realizando en el estudio para la firma Gallo, pueden ser un buen ejemplo de unir en un trabajo esos tres elementos.
PREPARACIÓN DE ALIMENTOS EN FOTOGRAFÍA PUBLICITARIA
No se trata tanto de contar en el equipo con un gran cocinero/a repleto de galardones.
En este caso el sabor se queda en segundo plano en favor de lo visual. Lo importante es entender cómo luce la comida en una fotografía.
Aunque a todos nos gusta hablar de trucos, de helados hechos con puré de patata, etc., cocinar para fotografía no consiste en engañar al ojo que mira.
Muy al contrario, la tendencia es hacia lo natural, incluso hacia lo imperfecto para que la comida parezca real.
Lo cierto es que en la mayoría de los casos lo es, y la labor del cocinero/a es encontrar ese punto de frescura.
ESTILISMO EN FOTOGRAFÍA DE ALIMENTACIÓN
La segunda pata del banco es el estilismo.
En general esa tarea la lleva a cabo una persona diferente a la que cocina.
Su labor es armonizar fondos, colores y atrezo con el producto que se va a presentar.
Podríamos resumir su trabajo diciendo que es la encargada de llevar adelante la puesta en escena global.
LA ILUMINACIÓN EN EL BODEGÓN PUBLICITARIO
Y solo nos faltaba la luz, tarea encomendada al fotógrafo.
Se trata de crear interés visual, de resaltar texturas y de dar vida al ambiente creado por la estilista.
Desde luego que es importante el punto de vista (la posición de la cámara), pero lo definitivo es la atmósfera que la luz es capaz de reflejar.
El triunfo final es conseguir abrir el apetito, presentando la comida y las marcas que se asocian a ella de manera honesta y natural.