En una sesión de retrato corporativo para profesionales, la comunicación previa es lo más importante.
Al menos con dos semanas de antelación, Ana y yo habíamos empezado a intercambiar correos.
Usando una aplicación que nos permitía ir creando un moodboard, añadíamos fotos, muestras de colores y otras referencias.
Así fuimos definiendo ideas y gustos, y descartando cosas.
Se trataba de hacer una sesión de fotos breve, en mi estudio, para conseguir dos o tres fotos finales que le permitieran presentarse como profesional de la arquitectura.
Cerramos el campo de infinitas posibilidades y nos quedamos con dos ideas.
SESIÓN FOTOGRAFÍA RETRATO CORPORATIVO
La primera era hacer un retrato de estudio con un fondo de color muy vivo.
Mirando a cámara, con una pose sencilla y con la ropa que ella usa habitualmente.
Creo que los dos buscábamos sinceridad en el resultado, tal y como uno aspira a presentarse frente a los clientes.
La segunda idea también era sencilla y optamos por hacerla en estudio para condensar toda la sesión en menos tiempo.
Creamos un ambiente minimalista de trabajo: fondo claro, mesa y rodeada de sus pinceles, blocs y muestrarios.
Una imagen más espontánea, sin necesidad de mirar a cámara, entre el retrato y el reportaje.
En todo momento Ana me transmitió esa idea de sencillez, de no cargar las tintas.
La comunicación previa que mantuvimos contribuyó a que la sesión fluyera de manera natural.
Tener unas expectativas claras ayuda a estar cómoda delante de la cámara.