La demostración de cómo y para qué se usa un producto es otro aspecto esencial de la fotografía industrial.
Lo primero es encontrar una localización o espacio adecuado para hacer el reportaje.
En ocasiones el cliente usa su propia empresa como entorno o entre fotógrafo y equipo de marketing se busca la localización más adecuada.
Siempre es importante visitar el lugar de antemano. Ayuda a esbozar un guión, una lista de fotos a realizar de acuerdo a las necesidades de marketing del producto.
En ocasiones se necesita contratar modelos. El coste de sus derechos de imagen puede incidir mucho en el precio final del reportaje.
Se recurre muchas veces a conocidos o voluntarios dispuestos a participar en la sesión de fotografía.
Estos elementos, más el atrezo de apoyo que sea necesario llevar el día de las fotos, es lo que llamamos preproducción.
Esa palabreja encierra un concepto fundamental de un buen reportaje de producto industrial: atender a los detalles.
Es la única garantía de éxito, evitando las improvisaciones.
Para que el coste final sea razonable, todas las fotografías se hacen el mismo día -siguiendo el guión- aunque haya que ir a más de una localización.
Lo que los fotógrafos llamamos sesión no es más que el número de horas empleadas para hacer el reportaje fotográfico.
Según la agilidad, planificación y experiencia del fotógrafo, se puede lograr un número suficiente de fotos para que el cliente haga la selección final.
Así fue en este caso para la empresa Cercadti, creadores de un dispositivo para controlar los aforos y el contacto social en eventos y espacios cerrados.
El reportaje de fotografía de producto tuvo lugar en dos localizaciones diferentes: un taller y un espacio de oficinas.
Los modelos los seleccionó la empresa y seguimos un guión mostrando diferentes situaciones de uso.
La variedad de espacios, luz, atrezo y entornos pequeños y grandes es lo que enriquece la fotografía de producto.
